miércoles, 27 de julio de 2011

Soy la mascota de mis gatos


Todos los que alguna vez han tenido un gato en su casa saben que es uno de los animales más inteligentes que existen.
Todos los que alguna vez han tenido un gato en su casa saben que estos hermosos animalitos son independientes, obcecados, orgullosos, curiosos, interesados, sumamente limpios, caprichosos, mimosos si quieren, ariscos cuando lo desean, audaces, cazadores, dormilones y muy intuitivos. Intuyen cuando un ser humano es amante de los gatos y saben cuando una persona puede llegar a transformarse en su mascota.
Cuando descubren un humano de su gusto, un gato que se precie lo elige como mascota, lo distingue con su mejor ronroneo, le permite acariciar su suave pelaje y lo sigue por todas partes porque sabe  que ese humano se ocupará de su comida predilecta, le permitirá  usar a su antojo el mejor lugar de la casa, hará  silencio durante sus largas siestas diurnas, tendrá siempre su plato lleno de su alimento preferido y renovará el agua de su bebedero e incluso le pondrá un cubito de hielo los días muy calurosos del verano.
En el pasado he sido la mascota de mi gato Chatrán durante casi quince años. Lo he visto pasar de cachorrito ronroneante a  gato esbelto que prefiere  camarones y melón y también  lo he visto indefenso, débil y anciano.  Lo he extrañado horrores cuando se fue al cielo de los gatos.
Ahora soy la mascota de  Zupay, la hermosa  y malhumorada gata de lustroso  pelaje blanco y negro y del pequeño y atigrado Leo, cuyo mayor placer es escuchar el ruido que hacen las cosas al caer. Los dos saben que soy una mascota obediente y complaciente que les permite todos sus caprichos.
A menudo me he preguntado porqué me gustan tanto los gatos, máxime teniendo en cuenta que cuando era pequeña, un gato intruso en el patio de mi casa, me adornó la cara con unos rasguños profundos y alargados.
Pero a pesar de esa primera experiencia dolorosa con la especie felina, me gustan muchísimo los gatos. Creo que es porque son intrigantes, porque se esconden en los lugares más insólitos, cuando los llaman por su nombre vienen si tienen ganas, dejan que acaricies su suave pelaje, no les asustan las alturas, son elegantes y graciosos al caminar, miran fijamente y parece que te leen el pensamiento, tienen los ojos brillantes aún en la oscuridad, te saludan con un beso áspero cuando están contentos, jamás ensucian la casa, se apoyan contra tu cuerpo para dormir, si te tocan con sus patitas para llamar tu atención, esconden las uñas, maúllan para llamar tu atención. Amo a  los gatos porque intuyen siempre cuando a una persona le gustan los gatos y si intuyen que no les gustan no se acercan a ella. Amo a los gatos porque te acompañan en el  peor  momento  de tu vida  y  con sus brillantes ojos fijos en los tuyos,   te dice  con su mirada "esto también pasará".




No hay comentarios:

Publicar un comentario