sábado, 14 de diciembre de 2013

Soy mascota de mi gato

Soy la mascota de mis gatos.

Todos los que alguna vez han tenido un gato en su casa, saben que el gato es uno de los animales más inteligentes que existe.
Todos los que alguna vez han tenido un gato en su casa, saben que estos hermosos animalitos son independientes, obcecados, orgullosos, curiosos, interesados, sumamente limpios, caprichosos, mimosos si tienen ganas, ariscos cuando quieren, audaces, cazadores, dormilones y muy pero muy intuitivos. 
Los gatos intuyen cuando una persona es amante de los gatos y saben cuando ese humano puede llegar a transformarse en una mascota obediente y darle todos los gustos.
Cuando un gato encuentra un humano que le agrada,  lo elige como su mascota, lo distingue con su mejor ronroneo, le permite acariciar su suave pelaje y lo sigue por todas partes porque sabe que ese humano se ocupará de satisfacer todas sus necesidades, le dejará adueñarse del mejor lugar de la casa, hará silencio durante sus largas siestas diurnas, mantendrá limpio y suave su pelaje, tendrá siempre su plato lleno del alimento preferido, renovará asiduamente el agua de su bebedero e incluso le pondrá un cubito de hielo los días muy calurosos del verano.
Un gato que se precie elegirá a ese humano y lo adiestrará para que sea un buen dueño y se ocupe de todas sus necesidades y caprichos.
En el pasado he sido la mascota de mi gato Chatrán durante casi quince años. 
Lo he visto transformarse de cachorrito ronroneante en gato esbelto y elegante que prefiere camarones, atún y melón. 
También lo he visto indefenso, débil y anciano, necesitado de cuidados especiales y lo he extrañado horrores cuando se fue al cielo de los gatos!
Ahora soy la mascota de Zupay, una hermosa y malhumorada gata de lustroso pelaje de angora blanco y negro y de Leo, el pequeño, atigrado e incansable gato juguetón, cuyo mayor placer es escuchar el ruido que hacen las cosas cuando las hace caer y las puede romper. 
Mis dos hermosos felinos saben que soy una mascota obediente y complaciente que les permite todos sus caprichos.
A menudo me he preguntado ¿porqué me gustan tanto los gatos?
¿Como me pueden gustar los gatos si cuando era pequeña, un gato vagabundo e intruso en el patio de mi casa, me adornó la cara con unos rasguños dolorosos, profundos y alargados, cuando quise alimentarlo?.
Pero a pesar de esa triste primera experiencia con la especie felina, me gustan muchísimo los gatos.
Creo que me gustan porque son misteriosos e intrigantes, porque se esconden en los lugares más insólitos, porque cuando los llaman por su nombre vienen si tienen ganas, porque dejan que acaricies su suave pelaje, porque no se asustan con las alturas, porque son elegantes y graciosos al caminar.
Me gustan muchísimo también por varias razones: miran fijamente a los ojos como si  leyeran nuestro pensamiento, tienen las pupilas brillantes en la oscuridad, saludan con un beso áspero cuando están contentos, jamás ensucian la casa, se apoyan contra tu cuerpo para dormir, cuando te tocan con sus patitas para llamar tu atención, esconden las uñas para no lastimarte, maúllan para reclamar las cosas que desean, se afilan las uñas en los muebles por si tienen que cazar, curiosean en los rincones más oscuros...
Amo a los gatos porque descubren siempre a las personas que le gustan los gatos y se acercan a ellas reclamando una caricia, pero si intuyen que a un ser humano no le gustan los gatos se alejarán de ese ser,  displicentemente...
Amo a los gatos porque son intuitivos e inteligentes y entre sus dones está el de descubrir cuál es el peor momento de tu vida y en ese momento horrible, se acuestan a tu lado y te acompañan silenciosamente dándote calor y con los brillantes ojos fijos en los tuyos, te envían un mensaje. Las mascotas de los gatos somos capaces de entender ese mensaje que penetra en nuestra mente y dice "espera con paciencia, este feo momento también pasará y será un recuerdo que no hará daño”.