El mío era un hogar peronista que guardaba
culto al general en el exilio. Mi madre, obrera en una fábrica, predicaba su
peronismo con el ejemplo: de casa al trabajo y del trabajo a casa, como había
recomendado el general. Mi padre, delegado gremial, se empeñaba en recalcar su
peronismo y excarmentaba con el despido en cada cambio de gobierno a partir del
55.
Nací después de la Libertadora y me crié
escuchando hablar maravillas del general y la abanderada de los humildes y cuando
fui adolescente, como todo adolescente que se precie, me rebelé contra el
mandato político familiar y me hice antiperonista. Y así yo despotricaba contra
los peronistas a diestra y siniestra y en todos los escenarios en los que me
tocó interactuar.
En la década del setenta cuando el general Lanusse dijo “a Perón no le da el cuero” era estudiante de matemática
en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA. Por entonces se comenzaba a nombrar al
"innombrable", bautizado por los gorilas “el tirano prófugo”, es decir las noticias sobre el general Perón comenzaban
a aparecer frecuentemente en los medios de difusión.
Si el General Lanusse se había referido abiertamente a Perón, los periodistas no
iban a ser menos.
Comenzaron
los reportajes y el político
exilado en Madrid se hacía oir después de más de una década para todos
los que quisieran oirlo.
El general Perón aparecía tímidamente en mi conciencia. Con cada
aparición se iban haciendo más y más nítidas sus ideas en mi cerebro. El
memorable reportaje que le hiciera Sergio Villarruel en 1972 terminó de
revelarme al Juan Domingo Perón que habían idolatrado mis padres: el
"viejo", como le llamaban cariñosamente algunos militantes,
tenía un carisma y un poder de convicción envidiables. En ese momento me
hice peronista, con los inmensos riesgos que significaba ser peronista
en la
década del 70.
Sin
prever los riesgos, asistí a proyecciones clandestinas de películas
partidarias prohibidas “La
hora de los hornos”, “la Patagonia rebelde” y otros largometrajes que se
proyectaban en los cines de barrio. Participé en debates donde los
militantes peronistas
se mezclaban con conferencistas castristas, guevaristas, trokistas y
otros de la izquierda más recalcitrante. Festejé con los compañeros el
triunfo del Dr Cámpora. Me preocupé lo suficiente cuando se abrieron las
puertas de las cárceles la noche del triunfo de "El tío" Héctor en el 73
y volví a festejar con
gran algarabía el triunfo de Perón con un porcentaje jamás alcanzado
antes ni
superado después, el 62 % de los votos. Por entonces, 12 de octubre de
1973 el mismo Perón se reconocía un león herbívoro
y casi nadie había tomado conciencia que lo acompañaba en el gobierno, su
esposa María Estela Martinez, quien debería ocupar la presidencia si el anciano
líder fallecía Algo que podía suceder y que él mismo había pronosticado. Pero quizá el momento en
que tomé verdadera conciencia de lo que se venía, fue cuando El General,
advertía desde el balcón de la Rosada a sus seguidores concentrados, una vez
más en la Plaza de Mayo, que se avecinaban días aciagos. Y el lider no se equivocó.
Me aterré cuando los militantes más extremistas se autoproclamaron en la clandestinidad. La noche más oscura y sangrienta cubrió la sociedad argentina, dividida en malos y buenos, sin pautas claras de quienes estaban en cada extremo. Muchos que hoy pontifican desde distintos púlpitos, defendían a militares o a militantes violentos y así nos debatíamos, mientras cientos morían y otros desaparecían para siempre.
Me aterré cuando los militantes más extremistas se autoproclamaron en la clandestinidad. La noche más oscura y sangrienta cubrió la sociedad argentina, dividida en malos y buenos, sin pautas claras de quienes estaban en cada extremo. Muchos que hoy pontifican desde distintos púlpitos, defendían a militares o a militantes violentos y así nos debatíamos, mientras cientos morían y otros desaparecían para siempre.
Transcurrieron
los días, los meses y los años. La
absurda decisión de un general alienado que usando la causa justa de
recuperación
de las Malvinas, nos enfrentó con una de las potencias militares más
poderosa del
mundo, permitió tomar conciencia bruscamente una vez más de la realidad.
En esos tiempos nació mi hija mayor que hoy es historiadora. A ella le
cuesta entender como su progenitora, que ella cree racional y que no
nació durante la presidencia de Perón, ni vivió
el peronismo en el gobierno, puede proclamarse peronista. Le explico
concienzudamente
que soy peronista por lo que el gobierno peronista nos dejó, por las
obras de Evita y de Perón. Que soy Peronista, porque el General nos hizo
tomar conciencia
a los trabajadores que la unión hace la fuerza, porque reconoció y
reglamentó nuestros derechos, y los hizo respetar, porque durante su
gobierno se construyeron miles de viviendas, se
crearon miles de puestos de trabajo, se democratizó la educación y la
cultura,
se privilegiaron los derechos de los niños y sigo detallando la lista
extensísima de
logros del gobierno peronista.
Pero mi hija, la historiadora, ganadora de
una beca Fullbright¸ insiste con que esos derechos se hubieran reconocido
igual, -con Perón o sin Perón-, sentencia inflexible y tercamente. –
De nada sirve que intente razonar con ella. Repite
incansablemente, “el peronismo ya fue, terminó, caput”. “Esos gobiernos en la
actualidad no pueden ser…..son parte del pasado, un producto de la época de
post guerra”.
Como terca peronista que soy, no quiero aceptar lo que
ella afirma y no lo hago…..insisto persistentemente que Perón hubo uno solo y
Evita también.
A solas, cuando miro las listas de los candidatos justicialistas en época de elecciones acepto que es posible, incluso probable, que mi hija tenga razón. Los que integran las listas del partido, peronistas no son. Se declaran peronistas porque saben que de esa forma tienen votos asegurados y pueden ganar las elecciones. Nada más que por eso dicen ser peronistas .
A solas, cuando miro las listas de los candidatos justicialistas en época de elecciones acepto que es posible, incluso probable, que mi hija tenga razón. Los que integran las listas del partido, peronistas no son. Se declaran peronistas porque saben que de esa forma tienen votos asegurados y pueden ganar las elecciones. Nada más que por eso dicen ser peronistas .