viernes, 22 de julio de 2011

El que te llama Compañero

Compañeros y lealtad
Corre el año 1945, el general Edelmiro J Farrel, presidente de facto de la Argentina, nombra al coronel Juan Domingo Perón  Secretario de Trabajo y Previsión, vicepresidente  de la nación y Ministro de Guerra de su gobierno.
Juan Domingo Perón, el  coronel carismático y culto, se gana la lealtad de los obreros, tomando  importantes medidas a favor de  los trabajadores, decidiendo  aumentos de salarios, y elaborando proyectos que poco después se concretan, como la Justicia de Trabajo o el pago de las vacaciones y el aguinaldo. Esta situación crea el descontento generalizado entre los empresarios y opositores políticos, paralelamente la guarnición de Campo de Mayo le exige al Presidente la destitución del coronel Perón. Farrel acepta y ordena su detención en la Isla Martín García.
Cuando la noticia del  encarcelamiento del líder de los trabajadores trasciende, los seguidores de Perón comienzan una movilización y convocan a una huelga general. En Berisso el sindicato de la Industria de la Carne, dirigido por Cipriano Reyes, solicita la liberación inmediata de Perón mientras marcha al frente de una numerosa manifestación de trabajadores hacia la Casa de Gobierno. Es la madrugada del 17 de octubre, la pueblada se ha iniciado espontáneamente. Miles de personas provenientes de diferentes puntos de Buenos Aires, marchan hacia la Plaza de Mayo, pidiendo la libertad de Perón. Mientras tanto el Coronel es  trasladado al Hospital Militar.
Las populosas movilizaciones de trabajadores avanzan pronunciando un solo grito, un solo nombre: Perón, Perón.
El escritor Leopoldo Marechal cuenta cómo vive ese 17 de octubre de 1945:  “Era muy de mañana....El coronel Perón había sido traído ya desde Martín García, donde estaba detenido. Había renunciado al cargo de Vice presidente, Ministro de guerra y a la Secretaria de Trabajo y Previsión, por la presión del Ejercito. Mi domicilio era este mismo de la calle Rivadavia. De pronto me llegó desde el oeste un rumor como de multitudes que avanzaban gritando y cantando por la calle Rivadavia: el rumor fue creciendo y agigantándose, hasta que reconocí primero la música de una canción popular y en seguida su letra: “Yo te daré, te daré, Patria hermosa, te daré una cosa, una cosa que empieza con P, ¡Peróooon!. Y aquel “Perón” retumbaba periódicamente como un cañonazo..... Me vestí apresuradamente, bajé a la calle y me uní a la multitud que avanzaba rumbo a la Plaza de Mayo.
 Vi, reconocí y amé a los miles de rostros que la integraban: no había rencor en ellos, sino la alegría de salir a la visibilidad en reclamo de su líder. Era la Argentina “invisible” que algunos habían anunciado literariamente, sin conocer ni amar sus millones de caras concretas y que no bien las conocieron les dieron la espalda.
Desde aquellas horas me hice peronista.......”
En la plaza de Mayo todo es confusión y la gente repite: ¡Queremos a Perón!.
Hasta este momento, Perón está en actitud pasiva, aguardando los acontecimientos, danto tiempo a que la presencia popular sea incontrastable, y borre cualquier idea de reacción militar,  la estructura de poder montada en los días anteriores por los Militares opositores esta tambaleante.  De cuando en cuando pregunta a los que lo rodeaban: ¿Hay mucha gente, che?  ¿Realmente hay mucha gente?. Claro que hay mucha gente: hay miles y miles.
Siendo las 22.00 hs, el General  Farrell  va a buscarlo. Cuando Perón sale al balcón de la Rosada es ovacionado por la multitud. La gente grita, salta, llora  y aclama. Allí está el hombre por el cual se han  movilizado.
Ha nacido  el romance entre el Pueblo y Juan Domingo Perón.
Perón, ya en el balcón, se dispone a hablar  y pronuncia su primera palabra: Trabajadores!
Es el 17 de octubre de 1945 y un hito trascendente está ocurriendo. Los más postergados de los argentinos, los trabajadores, están demostrando su lealtad a Perón. Lealtad que se mantiene después de 1955, cuando está prohibido nombrar a Perón y los diarios aluden a él llamándolo el innombrable.
 Durante las  dos décadas de proscripción de Perón y los peronistas, todos sabíamos que el 17 de octubre, el día de la Lealtad,  habría “lío y represión” y los trabajadores manifestarían ,aunque se lo prohibieran, a favor del líder en el exilio.   
Cuando en las paredes, manos anónimas escribían P/V y todos sabíamos que significaba  Perón Vuelve, cuando sólo por pronunciar su nombre en un sitio público eras detenido por la policía.  Cuando usar la palabra compañeros te identificaba como peronista….

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