jueves, 4 de marzo de 2021

Montoto, Magoya, Mandrake y Merlín: los culpables de las desgracias argentinas

 

Los argentinos organizamos frecuentemente importantes debates:

¿Quién es mejor, Messi o Maradona?

¿Quién cantaba mejor: Gardel o Julio Sosa?

¿Dónde nació el “zorzal Criollo” en Francia o en Tacuarembó?

¿Quién tiene más hinchas Boca o River?

¿Quién nació primero: el huevo o la gallina?!!

Los argentinos también nos destacamos por los inventos que producimos:

El Dulce de leche, las empanadas, el chimichurri, el alfajor Habana, los sándwiches de miga, los de milanesa y de mortadela, el postre vigilante, la birome y quién sabe cuantas cosas más cuyas patentes nos robaron.

Los argentinos tenemos muchas virtudes, pocos defectos y algunas características muy nuestras como por ejemplo:

-Especular sobre: ¿que hubiera pasado si……

¿Qué hubiera pasado si hubieran triunfado los ingleses en las Invasiones Inglesas?

¿Qué hubiera pasado si San Martín no hubiera cruzado la cordillera?

¿Qué hubiera pasado si no se hubiera producido la autodenominada “Revolución Libertadora” del 55 (que de libertadora no tuvo nada)?

¿Qué hubiera pasado si Juan Domingo Perón hubiera finalizado su 2º presidencia?

¿Qué hubiera pasado si Balbín hubiera aceptado ser vicepresidente de Perón?

¿Qué hubiera pasado si Duhalde le hubiera ganado a De La Rúa?

¿Qué hubiera pasado si la tragedia de Once hubiera ocurrido el día anterior?. El señor Secretario de Transporte de la Nación de ese momento, Juan Pablo Schiavi, dijo que no habría muerto nadie y no hubiera sido tragedia, porque el día anterior había sido feriado. Califiquen uds a ese funcionario.

Otra característica muy argentina es:

¿Yo? Pero si no tuve nada que ver con eso…….

Sobre esta característica no haré ningún comentario.

Algunos memoriosos recordarán la famosa frase popular “Yo, argentino”, que se empleaba metafóricamente hace unas décadas, para indicar que alguien no tenía nada que ver con algo.

Pero las dos más destacadas características argentinas son

 “No pensar antes y lamentar después” y “buscar a los culpables de las desgracias en los lugares donde no están”.

En nuestro país se produjeron muchas desgracias (espero que el verbo en pasado esté bien empleado):

El tranvía 75 de la Línea 105 que se hundió en el Riachuelo en 1930 ocasionando la muerte de 56 personas, cuando el puente sobre el riachuelo sobre el que debía circular estaba levantado.

El “accidente” del 11 de junio de 1952, cuando un tren embistió a un ómnibus que transportaba 120 niños (no es importante mencionar que la capacidad del ómnibus no era de 120 personas –eso es anecdótico), dejando 33 muertos.

El del 1 de febrero de 1970, en el que murieron 236 personas y 500 resultaron heridas cuando chocaron en Benavidez un ferrocarril (que venía de Tucumán) con otro (que iba de Zárate a Retiro) y ambos circulaban al mismo tiempo por la misma vía.

En febrero del año 1978, un tren que marchaba de Tucumán a Buenos Aires, choca contra un camión cerca de Once y mueren 55 personas.

En septiembre de 2011, un colectivo cuyo chofer -interpretando que el estado perpetuo de la barrera de la estación de Flores cerrada a 45 º- era otro invento argentino, continúa su marcha y es embestido por un tren, el que a su vez choca con otro tren, parado en la estación: el saldo 11 muertos y más de 200 heridos.

La tragedia de Once en 2012, con un saldo de 51 muertos y cientos de heridos, esa que según Schiavi no hubiera sido tragedia si el tren chocaba el dia anterior.

Pero las desgracias argentinas no solo son solo ferroviarias:

El caso de Lilian Almada, el 9 de agosto de 1995, la azafata que murió al caer desde un avión en vuelo de Córdoba a Mendoza, cuando se abrió una de las puertas (evidentemente mal cerrada) de la aeronave.

El vuelo 3142 de LAPA, que se estrelló en el aeroparque de la Ciudad de Buenos Aires, el 31 de agosto de 1999, cuando despegaba. En ese proceso, comenzó a sonar una alarma a la que los pilotos ignoraron. Imposibilitados de levantar vuelo y de frenar antes del fin de la pista por la velocidad que traían, continuaron la carrera fuera de ella, atravesando las vallas del perímetro del aeropuerto, cruzando la avenida costanera, arrastrando a un automóvil que circulaba por ella, para terminar chocando contra unas máquinas viales, una planta reguladora de gas (que no debía estar allí) y un terraplén: 65 muertos y 17 heridos.

Sobre las tragedias de Kheyvis y de Cromañon, me abstendré de hacer algún comentario.

Pero la característica más destacada de los argentinos es la velocidad con que encontramos a los culpables de todos nuestros males y desgracias:

Montoto, Magoya, Mandrake y Merlín: ellos son los principales culpables de estos “Accidentes” y las tragedias que no menciono, y en muchos casos esos desalmados culpables son ayudados por los “colaboracionistas”,( los colaboracionistas varían según las èpocas y los vaivenes políticos).

En el pasado los colaboracionistas eran: los zurdos, los comunistas, los castristas, los guevaristas, los trokistas, los estudiantes –especialmente esos de la Facultad de Filosofía de Puan-, y otros muchos que operaban desde la clandestinidad y en cuanto asomaban la cabeza, eran encarcelados, cuando tenían esa suerte, o eran sometidos a las torturas más imaginativas.

Aunque no había unanimidad sobre la identidad de los colaboracionistas, ya que también lo eran, esos no identificados que ayudaban al caos general y  a la histeria colectiva, poniendo bombas debajo de las camas de las hijas ajenas, practicando tiro al blanco con todo lo que llevara un uniforme, secuestrando a cualquiera que pudiera pagar un multimillonario rescate, cortando rutas o asaltando supermercados, .

En el presente los colaboracionistas de Montoto, Magoya, Mandrake y Merlín son: los cipayos, los vendepatrias, los oligarcas, los contras, los gorilas, los jueces federales que investigan a los funcionarios corruptos, algunos periodistas y están por incluir en esta lista de colaboracionistas a Mafalda, el Pato Donald y el ratón Mickey.

Para agregar más diversión a la situación caótica generalizada, se han creado los vacunatorios VIP para vacunar a los amigos, amigotes, cómplices, funcionarios, amantes, choferes, jardineros y demás integrantes del circo que rodea el poder. Según los funcionarios kirchneristas que se han adueñado del país, los vacunatorios vip fueron una idea exclusiva del entonces Ministro de Salud Gines Gonzales García, sin que hayan existido colaboracionistas para robarle las vacunas a los que realmente la necesitan,.

Teniendo en cuenta que las fechorías del otrora ministro de salud, se realizaban en la oscuridad de la noche más oscura, en la cueva más profunda de la zona más aislada de la Patagonia o de la Antartida, todavía no se ha podido dilucidad en que lugar, es lógico pensar que ni la viceministra Vizzotti, ni el presidente, ni la vicepresidente, ni el jefe de Gabinete ni ningún "santo" de los que ocupan los cargos en los tres poderes del estado, se pueden haber enterado de esa fechoría, ya que los amigotes eran vacunados a la hora 25 de cada día lunes, por lo que ninguno de los inocentes funcionarios podía haber dicho que robarle las vacunas a los ancianos y enfermos era una inmoralidad. 

Hoy, para adornar más la crisis en que está sumida Berretalandia (inmejorable nombre con que Carlos Melconian bautizó a nuestro país, en reemplazo del nombre anterior por el que se la conocía: Argenzuela), la señora vicepresidente, cual miembro más importante de la monarquía absolutista que nos gobierna, se ha dedicado a insultar durante horas a los jueces que la enjuician, en uno de los tantos juicios en los que está procesada por su accionar, mientras nuestro periodismo "serio y objetivo" se dedicaba a transmitir en cadena las barbaridades que decía la arquitecta egipcia en estado de paranoia e histeria evidente...

Teniendo en cuenta toda nuestra historia, no solo la más reciente, La característica más destacada de los argentinos es la paciencia, aunque parece que se nos está acabando.

Pero sobre las características positivas, las virtudes argentinas y la paciencia de los argentinos, escribiré en otra oportunidad.