A partir de su formación y hasta 1948, todas las líneas de ómnibus y colectivos de la ciudad son integradas paulatinamente, voluntaria u obligatoriamente, a la Corporación , por lo que se transforma en una empresa poderosa, inaugurando en 1948 la primera línea de trolebuses.
En ese entonces, mi padre recién casado y con 22 años de edad, ingresa como empleado a “la Corporación ”, en una sección que se dedica a controlar los horarios de los servicios de transporte y las condiciones en que se cumplen dichos servicios.
Por entonces, el general Juan Domingo Perón preside la Nación desde hace tres años, con amplia aceptación entre los trabajadores y su esposa Eva Perón, “la abanderada de los humildes” desarrolla sus tareas en la Fundación que lleva su nombre. Mi padre se siente orgulloso de ser peronista y ama a Evita.
Eva fallece el 26 de julio de 1952 y mi padre, como miles de trabajadores, asiste a la ceremonia de su entierro. En esa circunstancia un compañero de “la Corporación ”, militante peronista fervoroso, le obsequia un libro de reciente edición: “La razón de mi vida” cuya autora es Eva Perón. Mi papá recibe el libro con alegría y lo guarda en el cajón del escritorio de su trabajo para leerlo en los momentos libres.
Coincidentemente con el trágico fallecimiento de Evita, el Congreso decide la caducidad de la Corporación de Transportes, por medio de una ley llamada “Ley de Caducidad” y al mismo tiempo crea la Administración General de los Transportes de Buenos Aires (TBA).
Como respuesta a estos hechos los trabajadores de la Corporación responden organizando una huelga general por tiempo indeterminado en señal de protesta.
Al promediar el día 15 de la huelga, no se vislumbra su fin y la situación empieza a complicarse, por lo que mi padre decide presentarse en el lugar de su trabajo para recuperar su preciado libro.
Obviamente no le permiten el ingreso y entonces comprende que no se lo permitirán en mucho tiempo y como delegado gremial de los trabajadores, quizá no se lo permitirán nunca. El día número 30 de la huelga recibe el telegrama de despido.
No obstante mi padre no se amedrenta. Decidido a recuperar su libro, se presenta en la comisaría de la zona de los talleres pidiendo hablar con el comisario.
No sé cuales son los argumentos que emplea, pero consigue que un policía de la seccional lo acompañe a la oficina para retirar su libro tan apreciado, luego lo guarda en el estante principal de la biblioteca de mi madre.
Durante más de dos décadas, el libro de tapas blancas con la foto de Evita en su portada y su autógrafo en la primara página, está en ese sitio preferencial al alcance de los que quieren leerlo.
Comienza el año 1976 con noticias en la calles sobre un inminente golpe militar contra el tercer gobierno peronista. Una nueva dictadura castiga a la Argentina.
En pocas horas se conocen las prohibiciones que rigen para todos los habitantes y aparecen las listas negras, entre las que están las de canciones que no se pueden cantar y la de los libros que no se pueden leer ni poseer, entre ellos “La razón de mi vida”.Mi padre comprende que es hora de retirar su libro del estante de la biblioteca.
Le escucho contar esta historia a mi madre varias veces en el transcurso de los años pero comprendo su verdadero significado varias décadas después.
A los pocos días del fallecimiento de mi papá, realizando la ingrata tarea de guardar sus cosas, me llevo una gran sorpresa. Encuentro una caja de madera pulida y dentro de ella, prolijamente guardados, los objetos que atesoró mi papá: Dos fotos, una de sus padres y otra de mi madre, el reloj de mi abuelo, una estampita de San Cayetano, una honda de goma con la que seguramente jugaba de niño, mi primer cuaderno de la escuela y el libro “La Razón de mi Vida”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario