sábado, 25 de junio de 2022

Soy la mascota de mis gatos

Soy la mascota de mis gatos.

Todos los que alguna vez han tenido un gato en su casa, saben que es uno de los animales más inteligentes que existen.
Todos los que alguna vez han tenido un gato en su casa, saben que estos hermosos animalitos son independientes, obcecados, orgullosos, curiosos, interesados, sumamente limpios, caprichosos, mimosos si quieren, ariscos cuando lo desean, audaces, cazadores, dormilones y muy pero muy intuitivos. Intuyen cuando un ser humano es amante de los gatos y saben cuando una persona puede llegar a transformarse en su mascota.
Cuando descubren un humano de su gusto, un gato que se precie lo elige como mascota, lo distingue con su mejor ronroneo, le permite acariciar su suave pelaje y lo sigue por todas partes porque sabe que ese humano se ocupará de satisfacer todas sus necesidades, le dejará adueñarse del mejor lugar de la casa, hará silencio durante sus largas siestas diurnas, mantendrá limpio y suave su pelaje, tendrá siempre su plato lleno de su alimento preferido y renovará el agua de su bebedero e incluso le pondrá un cubito de hielo los días muy calurosos del verano.
En el pasado he sido la mascota de mi gato Chatrán durante casi quince años. Lo he visto transformarse de cachorrito ronroneante a gato esbelto y elegante que prefiere camarones y melón. También lo he visto indefenso, débil y anciano, necesitado de cuidados especiales y lo he extrañado horrores cuando se fue al cielo de los gatos!
Ahora soy la mascota de Zupay, una hermosa y malhumorada gata de lustroso pelaje de angora blanco y negro y del pequeño, atigrado e incansable Leo, cuyo mayor placer es escuchar el ruido que hacen las cosas cuando las hace caer y las puede romper. Mis dos pequeños felinos saben que soy una mascota obediente y complaciente que les permite todos sus caprichos.
A menudo me he preguntado ¿porqué me gustan tanto los gatos?
Como me pueden gustar los gatos si cuando era pequeña, un gato vagabundo e intruso en el patio de mi casa, me adornó la cara con unos rasguños dolorosos, profundos y alargados, cuando quise alimentarlo.
Pero a pesar de esa triste primera experiencia con la especie felina, me gustan muchísimo los gatos.
Creo que me gustan porque son misteriosos e intrigantes, porque se esconden en los lugares más insólitos, porque cuando los llaman por su nombre vienen si tienen ganas, porque dejan que acaricies su suave pelaje, porque no se asustan con las alturas, porque son elegantes y graciosos al caminar.
Me gustan muchísimo también por las siguientes razones: te miran fijamente a los ojos como si te leyeran el pensamiento, tienen las pupilas brillantes en la oscuridad, te saludan con un beso áspero cuando están contentos, jamás ensucian la casa, se apoyan contra tu cuerpo para dormir, cuando te tocan con sus patitas para llamar tu atención, esconden las uñas para no lastimarte, maúllan para reclamar las cosas que desean, se afilan las uñas en los muebles por si tienen que cazar.
Amo a los gatos porque descubren siempre a las personas que le gustan los gatos y se acercan a ellas reclamando una caricia, pero si intuyen que a un ser humano no le gustan los gatos se alejarán de él displicentemente.
Amo a los gatos porque entre sus dones se encuentra el de descubrir cuál es el peor momento de tu vida y en ese momento, te acompañan silenciosamente dándote calor y con sus brillantes ojos fijos en los tuyos, te envían un mensaje. Las mascotas de los gatos somos capaces de entender ese mensaje que dice: "solo espera con paciencia, esto también pasará”.

 


 

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