Si algo
nos caracteriza a muchos argentinos es nuestra memoria selectiva. Solemos olvidar
convenientemente algunos hechos que tiñen de luto nuestra historia reciente y
solo recordamos aquello que es conveniente recordar.
No voy
a extenderme mucho pero me viene a la memoria el fusilamiento del general Valle
en 1956 que había cometido el grave pecado de apoyar a un presidente
constitucional derrocado por un grupo de
militares unos meses antes, los fusilamientos en un basural de José León Suarez
de un grupo de militantes peronistas, el asesinato de Rucci a manos de los
Montoneros, el del padre Mugica o el de
la hija del General Lambruschini de tan
solo 16 años por una bomba que una
compañera de colegio colocó bajo su cama. Esa “compañera” nunca fue juzgada
porque selectivamente se ha juzgado solo a un grupo de terroristas y el otro
grupo ha quedado impune y ha sido elevado a la categoría de héroes.
En nuestro
querido y vilipendiado país solo tendremos justicia cuando aprendamos que no es
bueno que la historia la escriban los que ganan, porque como dice la canción, eso quiere decir que hay otra historia, la
verdadera historia y quien quiera oir que oiga.