lunes, 27 de febrero de 2017

quienes son los culpables de las desgracias argentinas

a pesar del tiempo transcurrido desde que lo escribí, mantiene vigencia
LOS CULPABLES DE LAS DESGRACIAS ARGENTINAS.
Los argentinos organizamos frecuentemente importantes debates:
¿Quién es mejor, Messi o Maradona?
¿Quién cantaba mejor: Gardel o Julio Sosa?
¿Dónde nació el “zorzal Criollo” en Francia o en Tacuarembó?
¿Quién tiene más hinchas Boca o River?
¿Quién nació primero: el huevo o la gallina?!!
Los argentinos también nos destacamos por los inventos que producimos:
El Dulce de leche, las empanadas, el chimichurri, el alfajor Habana, los sándwiches de miga, de milanesa y de mortadela, el postre vigilante, la birome y quién sabe cuantas cosas más cuyas patentes nos robaron.
Los argentinos tenemos muchas virtudes, pocos defectos y algunas características muy nuestras como por ejemplo:
-Especular sobre: ¿que hubiera pasado si……
¿Qué hubiera pasado si hubieran triunfado los ingleses en las Invasiones Inglesas?
¿Qué hubiera pasado si San Martín no hubiera cruzado la cordillera?
¿Qué hubiera pasado si no se hubiera producido la autodenominada “Revolución Libertadora” del 55 (que de libertadora no tuvo nada)?
¿Qué hubiera pasado si Juan Domingo Perón hubiera finalizado su 2º presidencia?
¿Qué hubiera pasado si Balbín hubiera aceptado ser vicepresidente de Perón?
¿Qué hubiera pasado si Duhalde le hubiera ganado a De La Rúa?
¿Qué hubiera pasado si lo que ocurrió hoy hubiera ocurrido ayer?. El señor Secretario de Transporte de la Nación, Juan Pablo Schiavi, obviamente, tiene la respuesta a esta pregunta.
Otra característica muy argentina es:
¿Yo? Pero si no tuve nada que ver con eso…….
Sobre esta característica no haré ningún comentario.
Algunos memoriosos recordarán la famosa frase popular “Yo, argentino”, que se empleaba metafóricamente hace unas décadas, para indicar que alguien no tenía nada que ver en algo.
Pero las dos más destacadas características argentinas son “No pensar antes, lamentar después” y “buscar a los culpables de las desgracias en los lugares donde no están”.
En nuestro país se produjeron (espero que el verbo en pasado esté bien empleado) muchas desgracias:
El tranvía 75 de la Línea 105 que se hundió en el Riachuelo en 1930 ocasionando la muerte de 56 personas, cuando el puente sobre el riachuelo sobre el que debía circular estaba levantado.
El “accidente” del 11 de junio de 1952, cuando un tren embistió a un ómnibus que transportaba 120 niños (no es importante mencionar que la capacidad del ómnibus no era de 120 personas –eso es anecdótico), dejando 33 muertos. El del 1 de febrero de 1970, en el que murieron 236 personas y 500 resultaron heridas cuando chocaron en Benavidez un ferrocarril (que venía de Tucumán) con otro (que iba de Zárate a Retiro) y ambos circulaban al mismo tiempo por la misma vía.
También en febrero pero del año 1978, un tren que marchaba de Tucumán a Buenos Aires, choca contra un camión cerca de Once y mueren 55 personas. En septiembre de 2011, un colectivo cuyo chofer -interpretando que el estado perpetuo de la barrera de la estación de Flores a 45 º- era otro invento argentino, continúa su marcha y es embestido por un tren, el que a su vez choca con otro tren, parado en la estación: el saldo 11 muertos y más de 200 heridos.
El de hace unos días en la estación Once, con un saldo de 51 muertos y cientos de heridos.
Pero las desgracias argentinas no solo son ferroviarias:
El caso de Lilian Almada, el 9 de agosto de 1995, la azafata que murió al caer desde un avión en vuelo de Córdoba a Mendoza, cuando se abrió una de las puertas (evidentemente mal cerrada) de la aeronave. El vuelo 3142 de LAPA, que se estrelló en el aeroparque de la Ciudad de Buenos Aires, el 31 de agosto de 1999, cuando despegaba. En ese proceso, comenzó a sonar una alarma a la que los pilotos ignoraron. Imposibilitados de levantar vuelo y de frenar antes del fin de la pista por la velocidad que traían, continuaron la carrera fuera de ella, atravesando las vallas del perímetro del aeropuerto, cruzando la avenida costanera, arrastrando a un automóvil que circulaba por ella, para terminar chocando contra unas máquinas viales, una planta reguladora de gas (que no debía estar allí) y un terraplén: 65 muertos y 17 heridos. Sobre las tragedias de Kheyvis y de Cromañon, me abstendré de hacer algún comentario.
Pero la característica más destacada de los argentinos es la velocidad con que encontramos a los culpables de todos nuestros males y desgracias:
Montoto, Magoya, Mandrake y Merlín: ellos son los principales culpables de estos “Accidentes” y los que no menciono, y en muchos casos son ayudados por los “colaboracionistas”.
En el pasado los colaboracionistas eran: los zurdos, los comunistas, los castristas, los guevaristas, los trokistas, los estudiantes –especialmente esos de la facultad de filosofía-, los peronistas, los sindicalistas, los guerrilleros y otros muchos que operaban desde la clandestinidad y en cuanto asomaban la cabeza, eran encarcelados, cuando tenían esa suerte.
En el presente los colaboracionistas de Montoto, Magoya, Mandrake y Merlín son: los cipayos, los vendepatrias, los oligarcas, los contras, los gorilas, algunos periodistas y están por incluir en esta lista a Mafalda.
La característica más destacada de los argentinos es la paciencia, aunque parece que se nos está acabando.
Pero sobre las características positivas y las virtudes argentinas, escribiré en otra oportunidad.